Gran Canaria
es una sábana arrugada de barrancos. Quien tenga la fortuna de ver la isla
desde el aire comprobará el mar de pliegues que constituyen montañas y
barrancos, lomas y degolladas, mesas y acantilados. Si pudiéramos estirar los
más de 1.500 Kilómetros cuadrados de la isla, seguramente su superficie se
duplicaría. Pero nosotros la preferimos así, arrugadita, llena de rincones y
recovecos en los que perdernos. Cada casa rural de la isla es un refugio para
saborear esta maravillosa geografía que nos brindaron los volcanes, la erosión
y sobre todo nuestros antepasados. El gran Joan Manuel Serrat nos dice:
“Tu nombre me lleva atado en un pliegue de tu talle y en el bies de tu enagua”.
También Gran Canaria nos tiene así, atados entre sus pliegues, acurrucaditos.
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