La carretera de Los Tilos de Moya es un camino de iniciación al mundo rural de Gran Canaria. Sólo recomendable para conductores experimentados en los estrechos y sinuosos caminos de la isla, adentrarse por el barranco del Laurel es descubrir una isla oculta llena de vida: agricultura, ganadería, patrimonio cultural, gente... Podríamos hablar del bosque de Los Tilos, de todos los caminos que conectan el fondo del barranco con el exterior, de la lenta evolución de su paisaje, y sin embargo se nos ocurre llamar la atención sobre un pequeño muro de piedra situado antes de la Ermita de Nuestra Sra. de Fatima. Se trata de un muro de cantos rodados enormes como aquellos huevos prehistoricos de los que hablaba García Márquez. "Macondo era entonces una aldea de 20 casas de barro y cañabrava construidas a la orilla de un río de aguas diáfanas que se precipitaban por un lecho de piedras pulidas, blancas y enormes como huevos prehistóricos". A este muro le sucede lo mismo que a las figuras de los test psicotécnicos, una vez descubierto ya será difícil dejar de verlo a nuestro paso por allí.
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