Aquí al lado, a sólo dos horas de vuelo, encontramos la ciudad de Marrakech, la ciudad roja, que despliega sus colores y olores tan diferentes a los que estamos acostumbrados en las islas. En un viaje con alumnos y alumnas de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria, nos convertimos por unos días en turistas accidentales bajo un cielo protector. Como en aquellas películas de 1988 y 1989, nuestros pasos por las estrechas calles de la ciudad podían confundirse con los de Geena Davis o William Hurt, con los de Debra Winger o John Malkovich. La atmósfera de Marrakech es como un gran plató de cine en el que, con un poco de imaginación, tu puedes convertirte en el protagonista. Allí encontraremos los Riads, hermanos urbanos de nuestro turismo rural.